Por Brendaliz Avilés “Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció”. (San Mateo 8:1-2) “¡Si tú quisieras!” –se escucha suspirar con un deseo que nace desde lo más profundo del corazón a una persona. “Dios si tú quisieras sanar mi alma herida, mi cuerpo quebrantado. Si tú quisieras restaurar mi pasado tan pesado y agobiante. Si tú pudieras ayudarme con esta adicción. Si intervinieras para...