Querido Dios: Los arpegios de mi corazón quieren reverenciarte y elogiarte. Hace días que vengo meditando en qué podría yo regalarte, pues eres el dueño absoluto del Universo. Vistes al cielo de azul, posees la hermosa creación y todo cuanto hay en la tierra te pertenece. Tú eres también el dueño de mi vida, mente y alma. En cada pensamiento habitas siempre, no existe nada que pueda yo darte. Please log in to view content...